A propósito de la palabra "desprolijo"

A propósito de la palabra "desprolijo"


        La suciedad en el sonido viene, hace bastante tiempo, siendo el sendero por el cual muchos transitamos porque nos sentimos a gusto en el silvestre aprendizaje que esta vía estimula. También porque la suciedad en si misma contiene un mensaje nítido acerca de la capacidad del alma de exceder los límites de las normas estéticas.
            Hoy, cuando la imagen y su reflejo han destronado a la nube, a la esencia, se hace difícil montar un artefacto creativo que desautorice el tejemaneje cultural promovido por la ingeniería tan higiénica del pulpo señorial, sobre todo si uno no ha superado el estigma del artista pobre, si no ha sabido abogar por su equilibrio, si aun no cree firmemente en lo fundamental de su obra.
            Ya lo decía Chico Science (QEPD): “Los computadores hacen arte, los artistas hacen dinero.”
            Vilipendiar constantemente las ventanas mediáticas por las cuales podría asomarse la obra de uno e insistir en el cortejo de un auditor o lector simpatizante de toda la parafernalia ácrata que uno detenta, podría finalmente atosigar… c’est la vie.
            Creo que tanta palabra culta para sólo decir “basta de descafeinar el arte” es una formalidad en la que caigo porque es un recurso que tengo a mano, pero sepan que no dejaré de atacar al héroe oficial por otros ángulos.
            Retomo: la suciedad sonora es honesta tanto como el nudismo. Asoma la flacidez, el descuido, la impericia, el trastabilleo. Naturalmente somos desprolijos, perfectibles y sobre todo incautos. No dejemos que nos diseñen la percepción. Disfrutemos la vida sin culpa y más rápidamente aprenderemos de qué se trata la nube. El sonido de la propia experiencia es la mejor canción. ¡Dale! 

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