A propósito de los estudiantes

La pedagogía es anestesia. No se puede aprender nada sin sentir el dolor del vacío. Aprender: “yo soy esta ciudad. Estas cañerías son una prolongación de mi rutina. Debo hacerme cargo de este enorme ser del que dispongo y que cohabito” sólo se logra sintiendo la cuneta o la orfandad o el musgo en todo su frío academicismo.
           Las demandas estudiantiles que han desatado la hiedra en todas direcciones, me refrescan el alma, me legitiman ante ese juez interior que abre las sombras como si fueran bolsillos de su abrigo.
Por fin se oyen mis semillas y las de tantos otros.
Tiembla la máquina: pierde su grasa.
Es posible que lleguemos a nivelar la balanza y que no estemos tan perdidos después de todo.
Aprendamos de este dolor, de esta hora salvaje en que se incendian los mecánicos altares. Aprendamos a dejar ir toda la cáscara del mundo. No necesitamos su abrigo de sombras, ni la pedagogía total de su arrurrú.
Necesitamos ver nuestra propia sombra para por fin ver nuestra hermosa y descansada luz.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Para entendernos cómo funciona nuestro ser interior…, es interesante la búsqueda, y por tu acción en el paisaje humano veo que estas en una escala distinta a otros que mantenemos un formato y esquema paternal izado en sus ensueños y sentidos.
Te veo en formato de cinta no revelada la que aun no muestra todo el color, te veo en formato de antaño de antigua película atesorada casi difuminada, es como esa viaja solidaridad olvidada.
Tu presente muestra la ventaja de estar y no estar, es como una fuerza de trasfondo esa fuerza que no golpea, pero que irradia o frena, la que remese.
Así te veo
Josefo

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