A propósito de las preguntas de Colectivo Enjambre.

Por segunda vez, como Colectivo Enjambre, participamos en la Feria Pulsar organizada por la SCD y cuyo slogan este año fue “Construyendo industria”. No quisimos instalar una muestra del material fonográfico de los miembros del Colectivo pues nos pareció que un stand así carecería de identidad. Justamente, en la interna, estábamos pasando por una natural crisis de identidad. Decidimos entonces instalar esa crisis, exponer nuestros cuestionamientos que, de pasada, se convertían en cuestionamiento a las bases de esa “industria”. ¿Qué hacíamos en Pulsar? ¿Ante quién necesitábamos validar nuestro trabajo? ¿Cuál era nuestra opinión del modelo propuesto por la industria? ¿Perseguíamos ser parte de ella o aparte de ella? Si era aparte, ¿dialogando con ella o definitivamente al choque? Se nos ocurrió enfocarnos en una sola pregunta que después se partió en dos: ¿Qué entiende usted por Músico Independiente? y ¿Qué entiende usted por Músico Emergente? Para entender cómo llegamos a estas preguntas se necesita un racconto: 
Tendríamos que sentarnos por ahí a conversar. Yo empezaría contando que en el Colectivo Enjambre nos damos cita cantautores, bandas bailables, de rock y de otros estilos. La mayoría acudimos al llamado pensando en la posibilidad de compartir experiencias, contactos, audiencias, demencias. Encontrar juntos una buena forma de gestionar conciertos y fiestas y espacios para difundir nuestras grabaciones. La autoedición era común a todos ya fuera por convicción política, por imitación de los pares o por no saber cómo acceder a un sello. Estas diferencias entre nosotros, sumadas a la diversidad estética y a los distintos niveles de profesionalismo, al principio nos parecieron más virtudes que defectos, en relación con nuestro objetivo de gestión y difusión (más tarde asomarían dudas sobre tal virtud). Por el momento la problematización de nuestra identidad colectiva se veía lejana pues compartíamos un espíritu de entusiasmo y colaboración que, con inocencia anacrónica, creíamos que era suficiente tótem.
Al poco andar la convivencia, las conversaciones entre nosotros abundaron en nuevas temáticas que trascendían nuestro primer objetivo, disparándonos en direcciones menos egoístas. Algunos pensamos que era urgente esbozar una definición de quiénes éramos, no sólo Colectivo adentro, sino avanzando hacia una representatividad de todos los músicos que, siendo o no del Enjambre, enfrentábamos con nuestra autogestión una realidad precaria y hostil.
Pocas veces se ha legislado respecto a la música popular y menos aún con tanto interés mediático como este 2014. La ley 19.928, conocida como la ley del 20% (de música chilena en las radios), puso nuestro oficio en las mesas de las casas y nos pareció el contexto adecuado para plantear una figura con la cual, reconocernos comunicacionalmente entre nosotros y con nuestras comunidades, y que nos insertara dentro del debate en el congreso para, de ahí en adelante, hacernos susceptibles de mejoras en nuestras condiciones laborales mediante políticas culturales públicas. En otras palabras, definir legalmente nuestra actividad.
(Cabe decir que la mayor crítica que se le hizo entonces al proyecto de ley del 20% fue la falta de garantías de que su implementación fuera incluyente, de manera que cualquier músico que deseara acceder a esta exposición radial, pudiera hacerlo. Por lo tanto, buscamos nosotros una tipificación que resultara lo suficientemente amplia como para que todo creador musical pudiera ampararse en ella).
En varias ocasiones intentamos hacer partícipes a los senadores de nuestra propuesta de tipificación, “Músico Independiente”, basándonos en el ejemplo argentino cuya sencilla descripción es algo así como “músico que es dueño de la totalidad de los derechos que emanan de su obra (derechos de autor, de intérprete y de productor fonográfico)”, entendiendo luego que aquél que ha cedido, o más bien licenciado, parte de sus derechos (derechos conexos) a otra persona para su uso comercial, tiene mayores oportunidades en todo sentido ya que cuenta con una estructura de apoyo especializada. En Argentina, el 50% de música nacional transmitida por radios (30% del total de música transmitida) debe, por ley, corresponder a creadores “Independientes”.
El 17 de junio se aprobó la ley del 20% pero antes debía pasar a una comisión donde se le harían Indicaciones para garantizar, entre otros remedos, que fuera incluyente. En esa comisión apareció, en vez de “Independiente”, el concepto “Músico Emergente”, identificando con él a cualquier músico con un disco editado, con tres años máximo de antigüedad, para que fuera incluido en el 20% de música nacional transmitida. El 25% de música chilena transmitida por radios (20% del total de música transmitida) deberá corresponder a “Músicos Emergentes”.
Nos encontramos ahora ante dos conceptos que se tensan, según nuestra perspectiva, ya que la aparición de uno (emergente) conlleva la extinción del otro (independiente) en el marco de este intento 2014 por tipificar legalmente la figura del músico autoeditado, con vocación de crítica y transgresión y, por lo general, excluido de esta “construcción de industria”. Claramente la etiqueta “Emergente” no suele calzar con este perfil ya que sólo establece un gerundio en la descripción de una transición aspiracional de ciertos proyectos musicales que orbitan la industria y nada aporta en la descripción de un estado o forma de ser que problematiza el oficio desde su autonomía y, en el caso de nuestro Colectivo, desde su asociatividad.
Volviendo a nuestro stand en Pulsar, estamos agradecidos de todas las personas que se atrevieron y nos dieron su opinión ante la cámara, a sabiendas de que este acto significaba desnudar algo que se supone superado y respondido desde siempre jamás.

Todas las respuestas que recibimos desembocan en un mismo caldo misterioso. Se evidencia la falta de diálogos entre Músicos, Comunidad, Industria y Estado. Nuestra actividad está poblada de mitos, desconfianzas e hipérboles. La música, como actividad económica, está llena de contradicciones debido sobre todo a la escasez de definiciones sobre las cuales construir un “Quiénes somos” o un “Qué queremos comunicar”. Personalmente sigo en defensa del concepto “Músico Independiente” pues considero que todo músico, más allá de sus creencias, debería poder vivir de su trabajo sin tener que necesariamente vestir los atuendos del emprendimiento y las industrias creativas: Hay que pasar del diagnóstico a la acción.

Comentarios

Entradas populares