A propósito del incidente "Rovaretti"
Luego de la desafortunada conversación radial entre los periodistas Cecilia Rovaretti y Mauricio Jurgensen, en Radio Cooperativa, este 1° de febrero, en donde Cecilia ningunea, basándose en su desconocimiento, a la mayoría de los artistas presentados por Mauricio como autores de los mejores discos del 2014, se desató una fuerte reacción en redes sociales.
Personalmente me gusta mucho el debate, a todo nivel:
Personalmente me gusta mucho el debate, a todo nivel:
1) Entre músicos que se enrostran
su postura ante la industria y los medios.
2) Entre personas que critican en
diversos grados la labor periodística de alguien que ocupa una tribuna
considerable (que los que tomamos locomoción colectiva no tenemos) para opinar
desinformadamente, y tras esto, tendenciar y promover una opinión desinformada.
3) Entre auditores que se pasean
entre el amor y el odio por los músicos locales.
4) Entre ciudadanos preocupados
por la ignorancia maestra que se promueve a vista y paciencia de todos, en
desmedro de las iniciativas poco conocidas de algunos que (si es que no ellos
mismos) se esfuerzan 24/7 por darle un poquito más de profundidad a esto que
llamamos cultura.
5) Entre seres con distintas
sensibilidades que exponen su punto de vista ético con respecto al ciberbullying.
Ante esta particular sobremesa, advierto:
A) Que estas
discusiones tienen niveles de violencia innecesaria.
B) Que en nada se diferencia la opinión de
Cecilia Rovaretti de la de muchos dueños de locales, programadores de
festivales, trabajadores radiales, periodistas gráficos, “encargados de
cultura” de las municipalidades, profesores de música, directores de escuelas
de música o funcionarios del CNCA.
C) Que en nada
se diferencia la opinión de Cecilia Rovaretti de la de muchos jueces,
operadores telefónicos, relacionadoras públicas, maestros sangucheros,
peluqueras, botilleros, mariscadores, choferes, promotoras, dentistas o
contadoras auditoras.
D) Que su
opinión pone en evidencia (por enésima vez) que tenemos entre nuestras manos
una cultura de aspiraciones débiles, superficiales, materialistas e
inmediatistas. La ilusión pop de que podemos medir objetivamente el desarrollo
en cualquier ámbito humano nos arroja de cabeza y con las manos en los
bolsillos sobre una máquina opinante cuya función es educarnos, o mejor,
disciplinar nuestro gusto basándose en la avidez de novedad.
E) Que la
inversión en cultura que se hace en los medios de Chile sólo homenajea a esta
máquina, esta objetividad, esta uniformidad. Los llamados “nichos” sólo caben
en otros medios de menor presupuesto y por supuesto gozan de menor circulación
léase también credibilidad, siendo paradojalmente estos otros medios los que
informan con mayor veracidad ya que cuentan la historia desde un rincón, sin
asumir una posición mesiánica y mayúscula, sustentando su trabajo informativo
en la fractura y en el complemento.
F) Que una
nueva cultura parece dibujarse hoy por hoy. Tal como sugiere el amigo Daniel
Kohen en su artículo "No somos subterráneos", estos nichos, estos subterráneos,
son en realidad nuestra intemperie, espacio abierto para todos y desde todos.
Esa cultura veloz de los grandes medios es la que se nos propone desde un
arriba, como un gran cuero en el agua. No sigamos creyendo que estamos nosotros
en un abajo. Estamos al ras, en el claro. Nos podemos decir las cosas de
frente.
G) Que el
nicho, el subterráneo, la alternativa, representa una fractura, un rincón, una
óptica subjetiva. Tenemos que aprender a vivir con esta multiplicidad,
validarla por encima de todo intento de chantarnos un uniforme. El principal problema
con el comportamiento de Cecilia Rovaretti es su soberbia sustentada en la
creencia de que un uniforme mental debiera regularnos y que por supuesto
quienes lo visten son los virtuosos. La soberbia baila otra vez con el ego y
es finalmente este último el cáncer más popular. Una cultura sana implicaría la
observación consciente de su propio cuerpo. Los debates, los diálogos, nos
ayudan a observarnos y nos liberan de la presencia del fantasma de Guillotín.
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