A propósito de cantar en las micros
Más allá de las formas y estilos,
se suele pensar que la canción que se interpreta en las micros es de una
naturaleza única. Por lo general quienes se dedican a este oficio están más al
acecho de su dimensión laboral que de su simbolismo y, ya que su esencia está
en el espacio público, siempre será incuestionablemente política. Esto tiende a
popularizar una caricatura. Pero
encontramos que el cantante de micros interviene de múltiples formas según su manera
de plantear un discurso ante su fortuita audiencia, excediendo la caricatura, actualizando el reflejo de nuestra propia imagen.
Decíamos que la aparición de
canciones en medio del tránsito cotidiano propone siempre un acto político, en
el sentido de que participan de la disputa por el lenguaje y la construcción de
subjetividad, a través de su contenido lírico-musical y de su discurso. Este
discurso no se refiere específicamente a lo que aparece en la letra de cada
canción, a su poética o su narrativa, sino más bien a lo que la canción
presenta como función social e ideológica.
Históricamente observamos que la
música, luego de una época primaria donde cumplía en cada grupo humano una
función ritual y cultual, pasó progresivamente a intervenir en más y más ámbitos del
ser social, pudiendo hoy ser encontrada en cualquier situación cotidiana. La
manera particular en que cada música es utilizada como lenguaje productor de
sentido es lo que llamamos “discurso”.
Entonces, cuando un cantante sube
a una micro no sólo entrega un producto intangible, esperando una retribución
económica voluntaria, sino que plantea un discurso que no puede ser ignorado
por el pasajero. De esta manera el cantante “fuerza” un diálogo al interior de
sus oyentes, al que suele respondérsele con una mecánica inercial debido a que
se automatiza el impulso a responderle a la caricatura y no se pone atención al
discurso particular que cada cantante propone.
Hay cantantes que se confían en
la presentación de clásicos musicales, esperando que la monumentalidad del
repertorio no acepte discusión, ya que justamente la condición de monumento
debiera bastar para convocar a todos en torno a su sentido-discurso. La
estética de la nueva canción latinoamericana de los 60´s y 70´s es un buen
ejemplo, que además es el más usado a la hora de presentar la caricatura, ya
que se presenta de forma natural vinculada a una política de izquierda.
También hay algunos que reniegan
de la politicidad del oficio y buscan repertorios más “transversales” o que
pongan en relieve la calidad expresiva de sus intérpretes, por ejemplo el
tango, el bolero, el rock latino.
Hay otros que muestran sus
propias obras, levantando la voz en medio del ruido sordo. Éstos son valorados
por menor cantidad de oyentes ya que sin la referencia a repertorios conocidos
incluso aquella respuesta automatizada se desvanece.
Pero hay cantantes más osados que
prefieren explorar discursos que carecen de monumentalidad y apelan al sentido
directo de sus textos, incidiendo justamente en el diálogo interior del
pasajero, intuyendo que al poner su subjetividad en tensión con la de “los
otros” están iniciando una acción política. El caso más frecuente es el de lxs hiphoperxs.
La capacidad de los cantantes de
micros de abrir debates profundos en medio del espacio público está subvalorada
por ellos mismos, y la capacidad -de quienes escuchan- de darle continuidad a
ese debate está mermada por la falta de observación y empatía. La ciudad avanza
hacia diálogos automatizados y la música de las calles, en su mayoría, no acusa
recibo de este triste diagnóstico.
Comentarios
Sí. Los músicos de las micros hacen política, sin importar cuál es su repertorio. No tendo duda de ello, tal vez porque nuna ví aquí, en España, ni siquiera en las islas donde vivo, de indudable tradición latina, nada igual. Los músicos de las micros encarnan el carácter callejero, humano, que perdimos hace tiempo en Europa, por absurda vergüenza o por estupidez.
Luego fui viviendo esas calles de tierra amarilla, esas manadas de perros que al cerrar los comercios se disputaban las sobras. Fui viviendo las cuestas de Valparaíso, los paraderos hacia Huanhualí, las micros...siempre las micros con su universo particular de santos, estampas de futbolistas y música... Mi ideal sobre Chile ha cambiado. Mi ideal de la UP ha cambiado. Simplemente se ha hecho más real, menos ideal. Y sin embargo...sigo queriendo volver.
Gracias por la reflexión. Ojalá pueda ir a escucharte en mi próximo viaje.
Salud !
Momo