Autoentrevista realizada para la revista "Entrepisos" nº 5
AUTOENTREVISTA REALIZADA PARA LA REVISTA "ENTREPISOS" N°5
¿Nos están formateando? ¿Modas en la música? ¿Nuestra rutina como almácigo para productos radiofónicos? ¿De tanto escucharlos acaban gustándonos? (…) ¿Qué le queda a un músico autónomo? ¿Cómo hacerse oír? ¿Cómo acercarse a nosotros? ¿Plaf?
Queda el gran cariño de todos quienes comprenden la odisea que asumo. Luego, definitivamente tengo que yo mismo grabarme, editarme, promoverme, aventurarme en un mundo hecho para profesionales de la máscara, nadar entre tecnócratas, jugar sin toperoles, acostumbrarme a un camarín sin techo.
¿Ponerte metacril en el trasero?
No. La idea no es farandulizarse y homogeneizarse. Hay que hacerse cargo de las preguntas que la vida nos impone. Como siempre, para mí, la respuesta es crear. No se trata de calzar con estándares de calidad sino de reinventarlo todo, al margen de la industria.
¿Es nocivo, entonces, oír la música que proviene de la industria discográfica?
Todos los organismos reaccionan de forma única por lo que no puedo emitir un juicio generalizante, pero la reiteración de una canción (al igual que una noticia, un medicamento o un rostro) nos hace familiarizarnos con ella y entonces nuestras defensas bajan ante esos estímulos. Es más, deseamos tenerlos cerca, contar con ellos siempre. Lo sano sería vivir en un ambiente libre de ese bombardeo que deviene en afectos y apegos manipulados y tener el albedrío suficiente para armar nuestro propio ambiente sonoro.
¿Bailas?
Muy poco. No es pudor, estoy al debe con mi estado físico. Me gusta la experimentación en la danza. Creo, eso sí, que hay en el actual bailar una homogeneización mucho más radical del ser humano. A ver, no quiero parecer un clérigo inquisidor pero hay obvios riesgos en la falta de diversidad y de tolerancia, en la coreografía totalitaria que imponen las modas. Quizás por eso me mantengo fronterizo, como un ayudamemorias…
¿Qué riesgos?
El cero absoluto.
¿Existe la canción perfecta?
Seguro. Todas son perfectas dentro de su pequeño mundo, de su amor. Eso es lo bonito del formato. Ahora, el truco es identificar las canciones que son perfectas para determinado momento, para tal o cual situación. No todas funcionan. Por eso creo que el “fair play” está en la igualdad de oportunidades para los artistas y sus repertorios, que haya por parte de los medios una actitud más abierta al diálogo, que todos puedan acercarse. Suena a utopía. Parece que siempre seremos necesarios los marginales, los incompletos. Para que haya luz se necesita oscuridad y justo ahí es donde mejor pajaritan las canciones.
¿Es por eso que tus discos están desprovistos de prolijidad, desde un punto de vista técnico?
Me gusta la idea de “mugre” en la música. Así llaman al sonido particular o a la técnica interpretativa que algunos desarrollamos. No es más que evidenciar cierto desdén con respecto a la rigurosidad y la exigencia ya sea por parte de la academia o de los medios. Una especie de venganza en contra del estereotipo. Metáfora del niño que se ensucia al jugar. Que mi discografía contenga ese ingrediente significa que promuevo la causa libertaria, el arte como autorealización y no como objeto de consumo.
¿Eres feliz?
Suelo confundir alegría y felicidad. Ejemplo: cuando canto en público creo ser feliz con lo que voy dando, aunque en el fondo estoy tremendamente alegre; cuando vuelvo de un viaje, creo que Santiago me alegra, pero en realidad me hace feliz, me recibe. El amor de mi mujer tiende a fundir ambos conceptos. Y luego me pierdo, felizmente, me pierdo…
Comentarios
J